puedo arañarte el alma
despiadada
y sentarme de rodillas a mirarte desde abajo
goteante
con las mejillas llenas de restos lúbricos
y los dientes manchados de jirones de piel rota
puedo caminar despacio entre la gente
y guardar en las cuencas de los ojos
un autobús un niño un globo una navaja
mezclarlo todo y obligarte a beber
ese batido paranoide
con las manos atadas a la espalda
puedes suplicarle al cielo
con la boca llena de mí
los dedos agrietados de tan húmedos
la espalda destrozada
la polla en carne viva
puedes suplicarle al cielo
pero la luna
y los dioses
no te escuchan.
domingo, 27 de abril de 2008
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