una bala perdida que entiende la historia como una sucesión de símbolos y no una sucesión de hechos, con esa obsesión de por configurarlo todo desde AQUÍ y AHORA, siempre fiel a sus citas kármicas, siempre puntual, tan metódica grabándolas a fuego sobre el calendario que lleva sobre la piel: una noche de hace cuatro veranos, otra noche de hace tres marzos, el último magosto, fin de año, el próximo ortigueira, el día anterior al día en el que se marche a italia.... sabe que no precisan de citas precisas, que todo es más bien como una discografía abandonada en un ordenador público o una serie de mensajes en clave escritos a lápiz, tan efímeros y tan eternos, preto de algo terriblemente azul...; o como el hecho de pensar en una novela de millás sin leer, una novela en la que había dos espacios idénticos separados por una pared, como la diferencia entre un segundo piso y un séptimo piso, una novela en la que tú no existes pero donde la realidad te golpea la cara una y otra vez, una y otra vez, para que te encuentres conmigo, para que me encuentres, para que la bala perdida parta, cuidadosamente apuntada, del arco para ir a dar directamente en el blanco de tus ojos, tus ojos, detrás de esas gafitas de chico serio que parece mucho más desvalido de lo que en realidad es y que está aprendiendo a mirarme dormir;
y es que tengo más de bala que de perdida. por lo menos, los sábados.
lunes, 3 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario