lo que más duele del amor es el tránsito, la itinerancia interna del inicio y del final del mismo. ese jugar con la propia individualidad y prestársela a otra persona para que se la pruebe, y probarte la suya y ver cómo combinan, ese dejarse hacer, rendirse, dejar que el otro te penetre y te quite y te de y te module sólo un poco , apenas un par de gestos o una palabra que se ahondan en tí y te marcan irresolublemente hasta que de alguna manera acabáis perteneciendo no el uno al otro, sino los dos a un espacio o a un ente abstracto que habéis creado o ha ido surgiendo entre ambos. y en ese tránsito pierdes cosas, cambias cosas: un color, una canción, un vestido de color verde que deja de estar vacío para significar profundamente; ese tránsito duele en cuanto a troya conquistada con un bello caballo que se moviera como un alfil que se moviera como un torre.
cuando acaba es amputación y falta de referentes porque cae abajo todo un sistema de símbolos, de creencias, de supuestos y de certezas. equivale a la caída de la estatua de un gran dictador o al esmerado destripamiento de un dios pagano, con cuchillos. enfrentate a la tierra yerma de lo que ha sido, a todos los espacios en blanco, a todos los silencios, los reproches, las verdades a medias y los ojos llorosos; ármate los labios de navajas, no te dejes cegar por la pureza antigua de tantos besos; sé consciente de tus propios intestinos y no sólo de tu piel y empieza a poblarte
deja que te pueblen.
y vuelve a empezar.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
me gusta, tiene swing, como diría cortazar.
Me gusta.
a mí me gustas tú :P
zenkiu (cara sonrojada)
Publicar un comentario