
había sido una noche fabulosa que debía de tener ahora su final perfecto con un poco del viejo ludwing van.... Qué paz... qué paz celestial... eran la suntuosidad y la untuosidad hechas carne, como un pájaro de un raro metal celeste, o como un vino de plata fluyendo en una nave espacial. la ley de la gravedad ya no cuenta para nada. Mientras escuchaba, ví imágenes maravillosas.
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