No me importa que me claves,
como a un Cristo, en la pared,
ten cuidado no me falte de comer.
Tú me agarras, yo te empujo
y no me hace falta más,
con tu flujo me alimento de mamar.
He aprendido, de estar sólo,
a llorar sin molestar
y a cagarme en los calzones y a dudar.
La verdad sólo tiene un sentío,
no me obligues a engañar,
si te crees toas mis mentiras, que vacío debes estar.
¡Bomba! ¡Bomba! ¡Bomba!... Erestupamí.
No sé ni cuantas noches llevo ya sin dormir,
arráncame las uñas de los pies.
Morir sólo una vez, va a ser poco para mí,
el diablo me ha cogido miedo y no me deja entrar.
No creas que estoy huyendo
si me ves retroceder, espera,
que estoy cogiendo carrera;
desafiar la perspectiva del fracaso
a la que estamos; condenados.
Me estoy reformando, te miro, me hincho,
me tiro a los cactus desnudo
pero no me pincho.
Me estoy reformando todas las mañanas
y ahora hago siempre todo
lo que me da la gana.
Vuelvo a verte ¡que bajón! ¡y vaya careto!
tú vuelve a decir que no: y aquí me mato.
Me hago solos en tu honor
y no
siento
nada
nada
nada
nada
nada
nada
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