aquí nunca escribo lo verdaderamente importante. lo que yo soy ahora y lo que tengo dentro no está nunca aquí. y ahora mismo soy un montón de cosas y tengo dentro un montón de cosas, millones de cosas de todas las formas y colores: promesas implícitas, añoranza, desidia, y otras más complejas, o no.
pero aquí no hay nada de eso. a lo mejor un retazo, un signo, un poema o una canción que se correspondan con un segundo concreto de este vértigo infinito que me va asolando día tras día. pero sólo con un segundo. nada que ver con la torre de babel en la que estoy viviendo últimamente, llena de símbolos pero terriblemente ordenada a pesar del caos aparente
a pesar del caos aparente.
esta noche quiero ser las palabras de cicerón en el senado frente a catilina. la primera vez que traduje la primera catilinaria, con diecisiete o dieciocho años, lloré. me pareció tan brutal que no pude más que dejarme llevar por el momento, y lloré. hoy también he traducido la primera catilinaria y también he llorado, pero por motivos distintos. a los casi ventidós años no me emociona tanto el arte porque estoy demasiado ocupada procurando no ahogarme y no arrastrar a los que me rodean conmigo. ya no lloro por cicerón, ni por las catedrales góticas, ni por los poemas de valente, pero creo que lloro casi por todo lo demás. todo lo que es mi mundo ahora me hace llorar.
(el mundo se resume en ... )
martes, 11 de diciembre de 2007
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