saltar de la última canción de doom a la primera del último de betagarri es un cambio brusco para cualquiera, incluso para mí, que me alimento de brusquedad y altibajos.
sin embargo, el problema reside en que aún no sé si quiero seguir arrojándome contra estas piedras afiladas o si prefiro arroparme de besos en un edredón calentito y predecible.
sí, amigos, me va la marcha.
lunes, 10 de diciembre de 2007
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