me acuerdo de cuando leí la princesa prometida. todas las adolescentes romanticonas que se quedaban en casa a leer en vez de bajar a la piscina o a jugar al parque han leído la princesa prometida y han querido ser buttercup. yo no quería ser buttercup. y mucho menos estar prometida.

yo quería ser La Otra. en todos los libros de mi vida siempre he sido la otra. nunca La Maga, siempre Babs. tengo una extraña fascinación por los personajes secundarios. y en rayuela fui Babs, americana y anatópica en parís, más anatópica que nadie, sin exilio y sin pasado. en fin. cosas.